Como especialista en salud pélvica masculina, he visto cómo la hiperplasia prostática benigna (HPB) puede afectar profundamente la calidad de vida de muchos hombres. Dificultades para orinar, interrupciones constantes durante la noche y una sensación persistente de vaciado incompleto son solo algunos de los síntomas que pueden volverse parte del día a día.
Afortunadamente, hoy contamos con una alternativa innovadora, segura y mínimamente invasiva: la terapia de vapor de agua para la próstata, también conocida como terapia Rezūm.
Este tratamiento utiliza vapor térmico para reducir el tamaño de la próstata sin necesidad de cirugía abierta. ¿Cómo lo logra? Un pequeño dispositivo se introduce por la uretra y libera pequeñas cantidades de vapor directamente en el tejido prostático agrandado. Al condensarse, ese vapor libera energía térmica que destruye las células sobrantes. Luego, el cuerpo las reabsorbe naturalmente, lo que reduce la presión sobre la uretra y mejora el flujo urinario.
Los beneficios son significativos: es un procedimiento ambulatorio, sin incisiones, que permite retomar las actividades cotidianas en pocos días. A diferencia de otras intervenciones más agresivas, esta terapia preserva la función sexual y ofrece resultados duraderos, con mejoras sostenidas por al menos cinco años en muchos pacientes.
Está especialmente indicada para hombres con HPB que presentan síntomas moderados a severos como chorro urinario débil, micciones frecuentes (sobre todo nocturnas), urgencia o dificultad para comenzar a orinar. Como todo procedimiento, puede tener efectos secundarios temporales como ardor, sangrado leve o necesidad de usar una sonda por unos días. No obstante, estos efectos suelen resolverse rápidamente.
Es importante aclarar que no todos los casos son candidatos ideales para esta técnica. Próstatas demasiado grandes, ciertos antecedentes quirúrgicos o la presencia de cáncer de próstata pueden requerir otro tipo de abordaje.
La terapia de vapor de agua es una opción altamente efectiva para quienes buscan evitar medicamentos de por vida o intervenciones quirúrgicas más invasivas, sin comprometer su bienestar sexual ni su recuperación.
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